sábado, 25 de julio de 2009

LA DERECHA CONTRAATACA

El siguiente es el texto del académico, sociólogo y economista Immanuel Wallestein sobre el golpe militar en Honduras y su relación con el gobierno de Obama y la derecha norteamericana. ¿Se fortalece la derecha latinoamericana? ¿Qué pasa con la izquierda. Fue publicado en La Jornada de México y Página 12 dse Buenos Aires.
La presidencia de George W. Bush fue el momento de mayor arrasamiento electoral por parte de los partidos de centroizquierda en América latina en los últimos dos siglos.
La presidencia de Barack Obama corre el riesgo de ser el momento de la venganza de la derecha en América latina.
La razón bien puede ser la misma: la combinación de la decadencia del poderío estadounidense con la continuada centralidad de Estados Unidos en la política mundial. Al mismo tiempo, Washington es incapaz de imponerse por sí mismo y todo el mundo espera que entre al terreno de juego en el bando de ellos.
¿Qué fue lo que ocurrió en Honduras? Hace mucho que este país es uno de los pilares más seguros de las oligarquías latinoamericanas: tiene una clase dominante arrogante y sin arrepentimiento, guarda vínculos cercanos con Estados Unidos y es el sitio de una importante base militar estadounidense.
En las últimas elecciones, Manuel “Mel” Zelaya fue electo presidente.
Siendo un producto de las clases dominantes, se esperaba que continuara jugando el juego en la forma en que los presidentes hondureños lo han jugado siempre.
En cambio, inclinó sus políticas hacia la izquierda. Emprendió programas internos que en verdad hicieron algo por la vasta mayoría de la población: se construyeron escuelas en áreas rurales remotas, se aumentó el salario mínimo, se abrieron clínicas de salud.
Comenzó su período apoyando el tratado de libre comercio con Estados Unidos, pero dos años después se unió al ALBA, la organización de Estados que creó el presidente Hugo Chávez.
El resultado fue que Honduras obtuvo petróleo barato procedente de Venezuela. Luego propuso la celebración de un referéndum para saber si la población pensaba que era buena idea revisar la Constitución.
La oligarquía gritó que éste era un intento de Zelaya de cambiar las leyes y hacer posible que él accediera a un segundo período.
Dado que se preveía que la consulta ocurriera el día en que su sucesor fuera electo, ésta es claramente una razón inventada. ¿Por qué entonces escenificó el ejército un golpe de Estado con el respaldo de la Suprema Corte, el Congreso hondureño y la jerarquía católica?
Dos factores confluyen aquí: su visión de Zelaya y su percepción de Estados Unidos. En los años treinta, la derecha estadounidense atacó a Franklin Roosevelt como “traidor a su clase”.
Para la oligarquía hondureña, eso significa que Zelaya, “un traidor a su clase”, es alguien que debería ser castigado como ejemplo para otros.
¿Y qué pasa con Estados Unidos? Cuando ocurrió el golpe, algunos comentaristas de la izquierda vociferante en la blogosfera lo llamaron “el golpe de Estado de Obama”.
Ni Zelaya ni sus simpatizantes en la calle, ni tampoco Chávez o Fidel Castro tienen esa visión tan simplista. Todos ellos notan la diferencia entre Obama y la derecha estadounidense (líderes políticos o figuras militares).
Parece claro que la última cosa que el gobierno de Obama quería era este golpe de Estado. Ha sido un intento por forzarle la mano. Sin duda esto recibió aliento de figuras clave de la derecha estadounidense, como Otto Reich (el cubano-estadounidense y ex consejero de Bush) y el International Republican Institute.
Seamos testigos de algunas de las aseveraciones más desorbitadas de los golpistas. El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de facto, Enrique Ortez, dijo que Obama era un “negrito que no sabe nada de nada”.
Hay alguna controversia de qué tan peyorativo es el término “negrito” en castellano. En cualquier caso, el embajador estadounidense protestó tajantemente ante el insulto. Ortez se disculpó por su “desafortunada expresión”, y se lo cambió a otro puesto en el gobierno.
Ortez concedió una entrevista a la televisión hondureña diciendo: “No tengo prejuicios raciales, me gusta el negrito que está presidiendo Estados Unidos”.
Sin duda, la derecha estadounidense es más cortés, pero no menos denunciatoria de Obama. El senador republicano Jim DeMint, la diputada republicana cubanoestadounidense Ileana RosLehtinen y el abogado conservador Manuel A. Estrada, todos han insistido en que el golpe estuvo justificado porque no fue un golpe de Estado, sino justamente una defensa de la Constitución hondureña.
Y la blogger derechista Jennifer Rubin publicó un texto el 13 de julio titulado: “Obama está mal, mal, mal respecto a Honduras”. Su equivalente hondureño, Ramón Villeda, publicó una carta abierta al presidente estadounidense el 11 de julio, donde decía: “No es la primera vez que Washington se equivoca y abandona, en momentos críticos, a un aliado y amigo”.
La derecha hondureña hace su juego buscando ganar tiempo, hasta que el período de Zelaya termine. Si logran su objetivo, habrán ganado.
Y la derecha guatemalteca, la salvadoreña y la nicaragüense observan por los costados, y ya les pican las ganas de comenzar sus propios golpes de Estado contra sus gobiernos que no son ya de derecha.
Es posible que la derecha gane las elecciones este año y el año entrante en Argentina y Brasil, tal vez en Uruguay y Chile.
Tres analistas importantes del Cono Sur han publicado sus explicaciones. Atilio Boron habla de la “futilidad del golpe”. El sociólogo brasileño Emir Sader dice que América latina enfrenta una encrucijada: “La profundización del antineoliberalismo o la restauración conservadora”.
El periodista uruguayo Raúl Zibechi titula su análisis “La irresistible decadencia del progresismo”. Zibechi piensa que las débiles políticas de Lula, Vázquez, Kirchner y Bachelet (Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) han fortalecido a la derecha (que avizora adoptando un estilo Berlusconi) y dividieron a la izquierda.
Pienso que hay una explicación más directa y simple. La izquierda llegó al poder en América latina debido a la distracción estadounidense y a los buenos tiempos económicos.
Ahora enfrenta una distracción continuada, pero los tiempos económicos son malos y comienzan a culparla porque está en el poder, aunque hay poco que puedan hacer los gobiernos de centroizquierda respecto a la economía mundial.
¿Puede Estados Unidos hacer algo acerca de este golpe de Estado? Por supuesto. Primero, Obama puede oficialmente etiquetar el golpe como un golpe de Estado. Esto podría disparar una ley estadounidense que le cortara toda la asistencia de Estados Unidos a Honduras. Puede cercenar las continuadas relaciones del Pentágono con los militares hondureños.
Puede retirar al embajador estadounidense. Puede decir que no hay nada que negociar en vez de insistir en la “mediación” entre el gobierno legítimo y los líderes golpistas.
¿Por qué no hace todo eso? Es muy simple, también. Tiene al menos otros cuatro súper puntos pendientes en su agenda: la confirmación de Sonia Sotomayor en la Suprema Corte; un desbarajuste continuado en Medio Oriente; su necesidad de pasar la legislación de salud este año (si no es en agosto, en diciembre), y de repente una presión enorme por abrir las investigaciones de los actos ilegales del gobierno de Bush.
Lo siento, pero Honduras tiene el quinto lugar en la lista. Así que Barack Obama, constreñido entre dos posturas fuertes, no hace sino ganar tiempo haciendo guiños a unos y a otros, sin asumir una actitud clara. Y nadie quedará contento.
Zelaya puede ser restaurado en el cargo, pero tal vez sólo tres meses a partir de ahora. Demasiado tarde. Pónganle atención a Guatemala.
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jueves, 23 de julio de 2009

CARIES DENTALES


(De Blogaldía)

La caries se inicia con una erosión de la capa externa del diente, el esmalte, producida tras la formación de una placa dentaria que en su inicio puede ser una acumulación de azúcar u otros hidratos de carbono.
Los alimentos que contienen azúcares o hidratos de carbono simples (azúcar común o sacarosa y productos que la contienen, miel, mermelada, bebidas tipo cola, golosinas y dulces, etc.) o hidratos de carbono complejos (cereales como el pan, galletas, arroz, pastas alimenticias, patatas, legumbres, etc.) son fácilmente degradados en la boca por acción de una sustancia que contiene la saliva (alfa amilasa) y por bacterias en compuestos más sencillos que aumentan la acidez de la cavidad bucal, lo que destruye la integridad del esmalte y puede afectar al resto de componentes del diente.
Sin embargo, no sólo se debe tener en cuenta la influencia de estos alimentos ricos en hidratos de carbono en la aparición de caries, sino también la del resto de alimentos, el grado de higiene dental, la disponibilidad de flúor (indispensable para asegurar la estructura del esmalte), la producción salivar y factores genéticos.
Para evitarlas es prudente consumir muy poca cantidad de estos alimentos:
Leche y lácteos: Leche condensada.
Carnes grasas, productos de charcutería y vísceras.
Cereales: Galletas rellenas, chocolateadas o bañadas con soluciones azucaradas, etc.
Frutas: Fruta en almíbar, frutas desecadas y frutas confitadas.
Bebidas: Bebidas azucaradas tipo cola y, según hábitos, bebidas alcohólicas de baja graduación (cerveza, vinos de mesa, sidra)
Grasas: Nata, manteca, tocino y sebos. Otros productos: Apastelería y repostería rellenas, chocolateadas o bañadas en soluciones azucaradas, golosinas y dulces, etc. Edulcorantes: Azúcar común o sacarosa, fructosa y jarabes de glucosa.
En España, una de las clínicas que presta un servicio de prevención de cariesa nivel nacional es VitalDent, que ofrece una valoración gratuita del estado de tus dientes. Una forma de ahorrar es hacerte gratis esta valoración y luego acudir a una clínica más económica.

martes, 21 de julio de 2009

UNA TEMPORADA DE PARODIAS

Noam ChomskyProfesor emérito de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge – Tomado de Sinpermiso.com

Algunos de los recientes episodios que conmovieron el mundo a través de las noticias –las elecciones en Líbano e Irán, el golpe de Estado en Honduras– han generado reacciones sobre las que vale la pena detenerse. Incluso, la falta de reacción frente a otros casos, como el secuestro de una embarcación por parte de Israel, también tiene mucho que decir.
Las elecciones en Líbano e Irán y el golpe de Estado en Honduras son importantes no sólo inherentemente sino también por las reacciones internacionales que han suscitado. La ausencia de reacción ante un acto de piratería israelí en el Mediterráneo es un pie de página...
El Líbano. Las elecciones del 7 de junio en el Líbano fueron recibidas con euforia por la corriente principal de opinión pública.

“Me encantan las elecciones libres y justas”, escribió el 10 de junio el columnista del New York Times Thomas Friedman–. “En Líbano, fue algo genuino, y los resultados fueron fascinantes: el presidente Barack Obama derrotó al presidente iraní Mahmud Ahmadinejad”, apuntó.
Crucialmente, “una sólida mayoría de todos los libaneses –musulmanes, cristianos y drusos– votó por la coalición del 14 de Marzo encabezada por Saad Hariri”, candidato respaldado por Estados Unidos e hijo del asesinado ex primer ministro Rafik Hariri.

Debemos dar crédito a quien se lo merece por este triunfo de elecciones libres (y de Washington): “Si George Bush no se hubiera enfrentado a los sirios en 2005 –forzándolos a salir del Líbano después del asesinato de Hariri– estas elecciones libres no hubieran sucedido”, escribió Friedman. “Bush creó el espacio (durante su discurso en El Cairo), Obama ayudó a avivar la esperanza”, precisó.

Dos días después, los puntos de vista de Friedman tuvieron eco en una columna de opinión del Times escrita por Elliot Abrams, reconocido integrante del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos que anteriormente fue funcionario de alto rango en las administraciones de los presidentes Ronald Reagan y George Bush hijo: “La votación en el Líbano pasó cualquier prueba realista (...). Los libaneses tuvieron la oportunidad de votar contra Hizbollah y la aprovecharon”.
Cualquier “prueba realista”, no obstante, podría incluir la votación real. La coalición 8 de Marzo, basada en Hizbollah, ganó aproximadamente con la misma proporción que Obama contra McCain en noviembre, con cerca del 54 por ciento del voto popular, según cifras del Ministerio del Interior libanés.

Por consiguiente, según el argumento Friedman-Abrams, deberíamos estar lamentando la victoria de Ahmadinejad sobre Obama.

Al igual que otros, Friedman y Abrams se están refiriendo a los representantes del Parlamento. Estas cifras son tergiversadas por el sistema de votación confesional de Líbano, que reduce drásticamente el número de asientos otorgados a la más grande de las sectas, los chiítas, que respaldan abrumadoramente a Hizbollah y a su aliado Amal.

Sin embargo, como lo han señalado algunos analistas de los más serios, las reglas fundamentales “confesionales” de Líbano afectan negativamente “las elecciones libres y justas” en formas aún más importantes. El analista político Assaf Kfoury observa que las reglas fundamentales no dejan espacio para los partidos no sectarios y erigen una barrera que evita la introducción de políticas socioeconómicas y otros temas reales en el sistema electoral.

Para Kfoury, esas reglas abren la puerta a “interferencia externa masiva”, menor participación de votantes y “manipulación y compra de votos”, todo ello peculiaridades de las elecciones de junio, aún más que antes.
Por tanto, en Beirut, la capital que alberga a casi la mitad de la población del Líbano, menos de una cuarta parte de los votantes elegibles pudo votar sin regresar a sus normalmente remotos distritos de origen. El efecto es que los trabajadores migrantes y las clases más pobres efectivamente son privados de sus derechos civiles en “una forma extremadamente injusta, al estilo libanés”, favoreciendo las clases privilegiadas y pro occidentales.

Irán. Al igual que el Líbano, el propio sistema electoral de Irán viola derechos básicos. Los candidatos deben ser aprobados por clérigos gobernantes, facultados para prohibir políticas con las que discrepan, y de hecho lo hacen.

Los resultados electorales del Ministerio del Interior de Irán carecieron de credibilidad tanto por la forma en que fueron publicados como por el mismo resultado, disparando una enorme protesta popular brutalmente reprimida por las fuerzas Aarmadas de los clérigos gobernantes. Tal vez Ahmadinejad pudo haber ganado la mayoría si los votos hubieran sido contabilizados justamente, pero los gobernantes aparentemente no estaban dispuestos a arriesgarse.
Desde las calles de Teherán, la corresponsal Reese Erlich escribió: “Es un genuino movimiento de masas iraní integrado por estudiantes, trabajadores, mujeres y gente de clase media” y, posiblemente, la mayoría de la población rural.

Eric Hooglund, catedrático y experto en Irán rural, describe un respaldo “abrumador” para el candidato opositor Mir Husein Musavi entre la gente de las regiones que ha estudiado, y un “ultraje moral palpable por lo que llegó a creerse como el robo de su elección”.
Es altamente improbable que las protestas dañen al régimen clerical-militar a corto plazo pero, como observa Erlich, “está sembrando las semillas para luchas futuras”.
Israel-Palestina. No deberíamos olvidar unas elecciones auténticamente “libres y justas” realizadas recientemente en Oriente Medio –en Palestina, en enero de 2006, ante las que Estados Unidos y sus aliados respondieron castigando a la población que votó “equivocadamente”–.

Israel impuso sitio a Gaza y, el invierno pasado, atacó sin misericordia.
Apoyándose en la impunidad que recibe como cliente de Estados Unidos, Israel ha reforzado una vez más su bloqueo secuestrando a Espíritu de Humanidad, embarcación del movimiento Gaza Libre, en aguas internacionales, y forzándolo a atracar en el puerto israelí de Ashdod.
La embarcación había salido de Chipre, donde se inspeccionó el cargamento: medicinas, materiales de reconstrucción y juguetes. Entre los defensores de derechos humanos a bordo se encontraba la ganadora del Premio Nobel Mairead Maguire y la ex congresista norteamericana Cynthia McKinney.

El crimen a duras penas evocó un bostezo –con cierta justicia, se podría argumentar, dado que durante décadas Israel ha estado secuestrando botes que viajan entre Chipre y Líbano–.
Entonces, ¿para qué molestarse en reportar este último ultraje de un Estado bribón y su jefe?

Honduras. Centroamérica también escenifica un crimen relacionado con elecciones. Un golpe militar en Honduras ha depuesto al presidente Manuel Zelaya y lo ha expulsado del país.
El golpe repite lo que el analista en asuntos latinoamericanos Mark Weisbrot llama “una historia recurrente en Latinoamérica”, enfrentando a “un presidente reformista respaldado por sindicatos laborales y organizaciones sociales con una elite política corrupta, mafiosa, gobernada por las drogas, acostumbrada a escoger no sólo la Suprema Corte y el Congreso sino también al presidente.


La corriente principal de opinión pública describe al golpe como un desafortunado regreso a los malos días de hace décadas. Pero eso es equívoco. Se trata del tercer golpe de Estado en la última década, todos ellos conformando la “historia recurrente”.

El primero, en Venezuela en 2002, fue respaldado por la administración de Bush que, empero, se retractó luego de agudas críticas latinoamericanas y de la restauración del gobierno elegido a través de manifestaciones populares.

El segundo, en Haití en 2004, se concretó a manos de los torturadores tradicionales del país, Francia y Estados Unidos. El presidente electo, Jean Bertrand Aristide, fue llevado en secreto a África Central.

Lo novedoso del golpe en Honduras es que Washington no lo ha respaldado. En cambio, Estados Unidos se unió a la OEA y se opuso a la toma de poder, aunque vociferó una condena más suave que otros, y no ha actuado al respecto. Contrariamente a lo que han hecho países vecinos, Francia, España e Italia, Estados Unidos no ha retirado su embajador.

Sobrepasa la imaginación que Washington no tuviera conocimiento anticipado de lo que se fraguaba en Honduras, país altamente dependiente de la asistencia estadounidense y cuyo ejército es armado, entrenado y asesorado por Estados Unidos.

Las relaciones militares han sido estrechas desde la década de los ’80, cuando Honduras fue base de la guerra terrorista del presidente Reagan contra Nicaragua. Que la “historia recurrente” se repita una vez más depende en gran medida de las reacciones dentro de Estados Unidos.

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La ensalada perfecta

Las ensaladas no solamente son fáciles de preparar sino que constituyen un alimento rápido, sano y muy recomendable en épocas calurosas, pero como todo, su consumo debe ser moderado. “Hay quienes piensan que para adelgazar, únicamente deben comer un trozo de lechuga o un tomate y no hay nada más equivocado. Para adelgazar de manera segura y sana se deben ingerir alimentos que aporten todos los nutrientes”, sostiene la nutricionista argentina Julieta Albornoz.
No se trata de eliminar la verdura de una dieta sino de complementarla con otros alimentos esenciales para contribuir a perder peso, si es que se necesita y nutrirse de manera adecuada.

“Una ensalada solamente de lechuga y tomate debe ser complementada sí o sí con otros alimentos. La verdura sola no es suficiente para un almuerzo o una cena. No adelgaza y por el contrario únicamente acarrea problemas de salud”, continúa diciendo la especialista.

Complementos para acompañar los vegetales:
Pollo
Mariscos
Queso cortado en cuadrados pequeños
Rodajas de fruta fresca, (piña, naranja, fresas, manzana)
atún
arroz.

A tener en cuenta a la hora de las ensaladas
La ensalada perfecta es aquella que presenta proteínas bajas en grasa, (atún, huevo, queso, pollo). Una porción moderada de hidratos de carbono (pasta, arroz, patatas) y abundantes frutas y verduras.

El color de los alimentos
La ensalada debe tener al menos dos colores diferentes:
Frutas y verduras de colores naranja: aportan carotenos
Frutas y verduras de colores verdes: aportan vitamina C

MUERTE DE LA SOBERANÍA, VIOLACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN

Por Jaime Araújo Rentería

El método del actual gobierno de negar primero lo que va ha hacer, y luego hacer lo que ha negado (no es cierto; tal vez no; si) es el mismo que aplico al otorgar bases militares a una superpotencia extranjera. Confesado el hecho debemos analizarlo a la luz de la constitución colombiana.
A la luz de la actual constitución colombiana no es lo mismo el transito de tropas extranjeras que la permanencia de ellas en el territorio nacional. Miremos ambas hipótesis.
La norma sobre transito de tropas extranjeras fue modificada, por obra del proyecto numero 27, en la constituyente de 1991, para ampliarle su contenido, así consta en la gaceta constitucional numero 36 del 4 de abril de 1991.
Hoy no solo el transito de tropas extranjeras, sino también el transito de buques o aeronaves de guerra, así no lleven tropas extranjeras, o su estacionamiento en aguas o en el territorio o espacio aéreo de la nación requiere que el gobierno solicite concepto previo del consejo de estado (Art.237 numeral 3 inciso 2 Constitucion).
Este concepto previo debe entenderse que es previo a cualquier acuerdo sobre el tema y nunca puede ser posterior al acuerdo logrado. De ser posterior el acuerdo seria nulo o inexistente por falta de un requisito necesario para formar legalmente la voluntad del estado, independientemente de que no sea obligatorio.
Como el gobierno confeso que el acuerdo ya se celebro, este es inexistente o en el peor de los casos nulo.
Es importante precisar que la competencia del gobierno nacional para permitir el transito de tropas, es supletiva ya que quien la tiene en primer lugar es el senado de la república (Art. 173 numeral 4 de la constitución) y solo en receso del senado surge la competencia del Gobierno (Art. 189 numeral 6 de la constitución).
Es fundamental señalar que en este caso no se trata de transito sino de otro fenómeno jurídico completamente distinto: La permanencia de tropas extranjeras en nuestro territorio.
Esta permanencia solo puede hacerse de hecho o de derecho; en el primer caso se trata de una invasión y es contraria a la constitución. Para hacerla compatible con la constitución solo puede hacerse por medio de un tratado o convenio internacional.
En ese caso no basta con que el gobierno lo pacte sino que se requiere además que el congreso lo apruebe mediante una ley y que la corte constitucional haga su control de constitucionalidad y lo encuentre conforme con la constitución.
Si el congreso no lo aprueba o la corte no lo encuentra ajustado a la constitución, jamás habrá entrado al orden jurídico colombiano y el gobierno no lo puede aplicar.
El gobierno quiere ponerle conejo al control del congreso y de la corte constitucional diciendo que se trata de aplicar unos tratados ya existentes.
De lo poco que le ha informado a la opinión publica es claro que se trata de un nuevo acuerdo y el acuerdo es nuevo cuando modifica una norma jurídica en cualquiera de los 4 ámbitos de su aplicación: El ámbito personal (a que sujetos o personas se aplica), ámbito material (a que temas o materias diferentes se aplica), el ámbito espacial (a que territorio se aplica) o el ámbito temporal (no es lo mismo un acuerdo de 1 día a otro de 10 años).
Aun siendo idéntico en todos esos aspectos a uno anterior, si implica un cambio cualitativo, el acuerdo es distinto. No es lo mismo permitir 1 soldado extranjero que 1500 soldados; es lo mismo que sucede en la naturaleza no es lo mismo aplicar 99 grados de temperatura al agua que 100 grados, ya que este solo grado hace que el agua cambie de naturaleza, ya que pasa de liquida a gaseosa.
No sobra recordar que en la constitución de Colombia, la clausula general de competencia (aquello que no este atribuido expresamente a otra autoridad) la tiene el congreso de la república y no el gobierno.
En el caso de la permanencia de tropas extranjeras es claro que el congreso conserva su competencia expresa para aprobar o improbar los nuevos tratados, bien porque no existan previamente o porque impliquen un cambio de cualquiera de los 4 ámbitos de aplicación de la norma jurídica o uno cualitativo.
Si ya el solo transito de tropas extranjeras puede comprometer la responsabilidad del estado colombiano ante terceros países y por eso desde la constitución de 1886 se exigió la intervención del congreso para permitirlo, con mayor razón la permanencia de tropas extranjeras en el territorio colombiano, la compromete doblemente y exige la intervención del congreso y la corte constitucional.
La instalación de bases extranjeras que es una renuncia a la soberanía, implica otra renuncia a ella, la de no juzgar a los soldados que violan la ley o la constitución colombiana: inmunidad que es impunidad como ya ha sucedido con soldados norteamericanos comprometidos en crímenes o trafico de estupefacientes.
No es cierto, entonces que estas tropas estarán bajo el mando de oficiales colombianos, ya que Estados Unidos no acepta esto, ni siquiera cuando envía tropas bajo la bandera de la ONU: siempre sus soldados son mandados por oficiales Norteamericanos.
Y mucho menos es cierto que se trata de acuerdos como manda la constitución en sus artículos 9, 150 numeral 16; 226 y 227, sobre bases de reciprocidad (lo que yo te permito, tu me lo permites a mi) , ya que estados unidos jamás permitirá una base colombiana en territorio norteamericano (mucho menos 3 como ahora se le otorga).
Nos preocupa que el Presidente Obama haya caído en la trampa de sacrificar derechos humanos por intervención militar.
Nos da tristeza que a los fementidos defensores de la patria no se les haya ocurrido otra formula mejor para combatir el terrorismo y el narcotráfico que entregar doblemente la soberanía (tropas e inmunidad) a un país extranjero.
Nos da vergüenza que quienes quieren festejar, desde el poder, el bicentenario de la independencia el único “regalo” que nos ofrecen es la dependencia de ejércitos o naciones extranjeras violando la constitución nacional.

JAIME ARAUJO RENTERIA
EXPRESIDENTE CORTE CONSTITUCIONAL
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