Muchas veces, cuando me entrevistan en tele seminarios sobre la pérdida de peso, en la radio, etc, hay una pregunta recurrente que hoy me gustaría tratar aquí: “¿Cómo hago para permanecer siempre fiel a mi nueva dieta, sin hacer trampas?”. Y la respuesta suele ser bastante sencilla. Pero es una respuesta compuesta de varios conceptos.
En primer lugar, no es que yo mismo SIEMPRE coma SOLAMENTE lo correcto. Pero si algunas veces me salgo de la dieta es sólo un par de veces en el mes y sólo cuando debo comer fuera de casa. Pero nuca me sirvo papas fritas, ni bebidas gaseosas, ni dulces ni donas. Simplemente, las dejo pasar.
Y es entonces cuando se viene la segunda pregunta: “¿Cómo haces para mantenerte siempre tan disciplinado como para escoger sólo los alimentos sanos y dejar pasar los otros?” Es cierto que la sociedad de consumo nos trata de meter por los ojos toda clase de comidas elaboradas y poco sanas.
Por eso, en segundo lugar, NUNCA olvido que la comida basura no debe tener un lugar en mi hogar ni en mi mente. Básicamente, no hay ese tipo de comidas en mi casa. Si no debe estar en mi mente, no estará en mi refrigerador.
Y he llegado a la conclusión de que no se trata de “disciplina”. En mi caso, algo pasó en mi mente por lo que comer donas, dulces y comidas fritas no me resulta atractivo ni apetecible en lo más mínimo.
Pero aún hay más: no sólo ese tipo de comidas no me resulta deseable, sino que he llegado a verlas como algo repugnante que no deseo comer, para nada. En cambio, en realidad DESEO comer alimentos sanos. Y esta es la clave del éxito de haber bajado de peso y no haberlo recuperado.
Ya sé que muchos lectores se estarán preguntando “¿Por qué tu ves la comida basura como algo repugnante y yo la veo como algo realmente apetitoso?” Pues, la mente suele jugarnos malas pasadas. Y controlar la mente no es un asunto tan simple.
Sin embargo, en mi caso, lo que sí ha funcionado es haber leído ( y experimentado..) por tanto tiempo sobre los efectos terribles de la comida basura sobre todo mi cuerpo, sobre cada una de sus células… Eso me la ha hecho ver como algo verdaderamente repugnante.
Y por eso realmente no la deseo. A tal punto que el mero olor de las patatas fritas o del pollo frito me resulta nauseabundo. Y por otro lado, el olor de unos hermosos vegetales hirviendo o asándose me abre el apetito y de sólo pensar que los comeré, ya me siento bien.
Tanto llegar a odiar los alimentos malos para ti como hallar el equilibrio entre las grasas que se acumulan y las que se queman es un verdadero desafío. Ni los expertos en obesidad ni los pacientes conocemos exactamente cómo sucede, pero una cosa sí es clara: es necesario adoptar un nuevo patrón mental y no abandonarlo si se desea perder peso de manera definitiva.
Pero trata de no perder las esperanzas, pues al aprender cuál es la razón por la que tu cuerpo acumula grasas cuando consumes azúcares refinados o grasas trans, seguramente serás capaz de ver los alimentos que son malos para ti como lo que realmente son: tus enemigos.
¡Te deseo mucho éxito en tu nueva vida sana! Mientras tanto, puedes ir leyendo mi libro “La Dieta Definitiva“ que seguramente te ayudará a elegir alimentos mucho más sanos y te enseñará a comer saludablemente para poder bajar de peso.
martes, 6 de enero de 2009
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