sábado, 3 de abril de 2010

"PARA ASOMARNOS AL BALCÓN DEL UNIVERSO", ARMANDO HART SOBRE FREI BETTO

Las siguientes son las palabras del exministro de cultura e intelectual cubano Armando Hart, presentando la segunda edición de "La obra del Artista", del dominico y teólogo brasilero Frei Betto, en la Feria del Libro de Cuba a comienzos de febrero, tal como lo reseña la revista cultural La Jiribilla.

Por Armando Hart Dávalos

En la memoria del pueblo cubano está inscrito con especial cariño, el inolvidable suceso editorial que tuvo lugar a mediados de la década de los años ochenta con la publicación de la entrevista que Fidel concedió a nuestro entrañable hermano, el sacerdote dominico brasileño Frei Betto. En aquella ocasión, tuve el inmenso honor de escribir el prólogo de la edición cubana. Y no por casualidad subrayé que estábamos en presencia de un verdadero milagro.

Desde entonces su amistad con la Isla y los cubanos creció cada día, así como también su incondicional solidaridad, confirmada no solo en sus frecuentes visitas a nuestro país, sino también con su acción y con su pluma, con la que ha defendido sin vacilar un segundo, a Fidel y a la Revolución Cubana, que tanto ama.

En el sentido ético de la vida y la obra de nuestro amigo, encontramos la armonía y el vínculo necesarios entre cultura, ética y política. Por ello merece el reconocimiento agradecido de todos los hombres y mujeres buenos, no solo de Cuba sino de toda la América nuestra.

Betto, no es solo un teólogo o un buen revolucionario; Betto, y bien lo demuestran las páginas del libro que hoy presentamos, es un adelantado, es un luchador político con una profunda visión cultural, y es un ejemplo para todos, porque es un creador al que podemos considerar como uno de los representantes más notables e indiscutibles de las letras latinoamericanas de hoy. Porque hablamos aquí de un hombre que es brasileño por nacimiento, pero que es latinoamericano por su obra y pensamiento.

Este libro de Frei Betto lo tengo siempre presente porque me lleva a la idea del bien y de que este produce dicha, tal como nos enseñó Martí. Nos conduce al proceso de relación entre lo que se llamó objetivo y lo que se denominó subjetivo y ello es, precisamente, lo que nos puede orientar a la solución de los temas prácticos más importantes del presente siglo.

Este libro contiene una maravillosa descripción del universo conocido… Tiene el aval de la ciencia y la poesía. Sin ellas no hubiera podido entenderse tan sublimemente ni lo uno ni lo otro y mucho menos comprenderse, en lo posible, “la obra del artista”. Con estos valores, Betto se introduce y mueve en los linderos que unen y diferencian ambas pasiones humanas.

Captar y asumir de forma hermosa y optimista estas emociones, encontrar los nexos entre el amor y la razón, entre lo conocido y lo desconocido, lo creado y lo por crearse, es el más alto y bello reto espiritual del hombre en su historia. Cuando lo ha hecho con rigor, ha accedido a lo que muchas personas llaman Dios, es decir, el misterio que aspiran a revelar con el símbolo más alto creado por la humanidad. Tan alto que no pueden describirlo en su fundamento real, a no ser que lo busque en el propio hombre, en sus amores y sus angustias. Y todos sin excepción, creyentes y no creyentes, lo han situado allí mismo, en el corazón humano. ¿Solo allí se encuentra? He ahí el enigma indescifrable por la ciencia.

Martí sintetiza con una idea la alianza que Frei Betto ahora describe, “no hay poesía mayor que la de los libros de ciencia”. Ahí está lo máximo a lo que puedo yo llegar. Lo demás… No sé la respuesta.

Sentados, como los monjes que el autor rememora, en la cúspide de la gigantesca montaña del conocimiento humano, el religioso, el poeta y el científico miran el cielo cargado de mundos con la fiebre de saber lo que al hombre no le es dado a conocer. Monje tras monje, creyente tras creyente, curioso tras curioso, se han sentado, como Frei Betto, en esa hermosa piedra, junto al cielo infinito y como parte de él. Todos, sin excepción, se han hecho las mismas preguntas y jamás han encontrado respuesta a las claves esenciales que aspiran a desentrañar.

Betto, como Varela y lo más avanzado de la teología latinoamericana, no sitúan lo espiritual a gigantesca distancia o en choque abrupto y brutal con la materia. Asumen el universo desde su concepción teológica y cristiana como algo que le es propio. Quienes lo sientan así, cualquiera que sea la conclusión a la que arriben sobre las “históricas verdades eternas”, accederán a lo más elevado del hombre y su ciencia porque es real y objetivo que formamos parte de la inmensidad infinita.

Damos gracias a la Editorial de Ciencias Sociales por esta segunda edición La obra del artista. Una visión holística del universo, en la que Betto nos obsequia un texto imprescindible por los aspectos esenciales del pensar filosófico que aborda, y desde el cual podemos asomarnos al balcón del universo.

Desde nuestra sensibilidad científica y martiana, recomiendo a los hombres de ciencia y de conciencia, cualquiera que sea su credo, leer y estudiar esta magnífica obra que es como el propio Frei Betto, un hecho bondadoso.

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