domingo, 7 de diciembre de 2008

De la Torre de Babel y las pirámides

Entre la historia de la Torre de Babel que nos cuenta La Biblia, con la que Dios castigó a las gentes por su soberbia al pretender construir una torre que llegara al cielo, y las pirámides colombianas (entiéndase las captadoras ilegales de dinero y no las de Egipto), hay una semejanza grande: ambas originaron una confunsión la macha. La primera, entre todos los que antes se entendían en una sola lengua y desde entonces para poderse entender tuvieron que pagar intérpretes; y las segundas, entre los más altos funcionarios del Estado colombiano, comenzando por la luz que nos ilumina sobre todo lo que es malo y lo que es bueno, el doctor Uribe.

Y pretendiendo aclarar lo que parece inaclarable, algo se cambia para que todo siga igual, como recomendaba Lampedusa. Igual de enredado.

A propósito, el doctor Jorge Orlando Melo se refiere a esta manía nuestra en su última columna del periódico Ámbito Jurídico, titulada "Cambiar la ley, para que todo siga igual", con la afirmación: "Las normas penales colombianas duran cada vez menos". Después de unas consideraciones iniciales dice que hoy, "lo usual es atribuir la generalización de un delito a las fallas de los códigos y pensar que lo que hay que hacer no es aplicarlos, sino cambiarlos".
Para llevarnos a que esa fue la respuesta del gobierno a la crisis de las pirámides.

Y miren como va concluyendo: "Ahora ya cambió la ley y la pena por captación de dinero es de más de cinco años, pero aplicable sólo a pirámides futuras. Y para castigar a los que causaron esta emergencia social, se establece un nuevo delito consistente en no devolver lo captado ilegalmente. El decreto no señala plazo para la devolución. ¿Se comete entonces el delito automáticamente desde la expedición de la norma o desde que se pruebe que la persona hizo una captación ilegal?¿O sea que habría que condenar de acuerdo con la blanda ley preexistente y evitar la excarcelación aplicando otra pena por no devolver la plata?".

"Algunos acusados alegarán fuerza mayor -continúa el doctor Melo- diciendo que la intervención del Estado les impidió la devolución. Otros, que se está creando un nuevo delito por una misma conducta, con el objeto de aplicar retroactivamente una pena. Y otros tratarán de demostrar que no realizaban captaciones ilegales, sino ventas con tarjetas prepago y que mientras no se les condene por captación ilegal, no se les puede considerar culpables del nuevo delito definido en el Decreto 4336".

"Una situación kafkiana..." exclama al final el experto citado.

Y como si fuera poco, la semana pasada hubo un debate en la Cámara de Representantes sobre la situación que viven los afectados por la crisis de las pirámides. Muchos participantes estuvieron de acuerdo en conformar un fondo para ayudar a esas personas, con dineros, entre otros, provenientes de los impuestos que las empresas intervenidas habían pagado al Estado cuando para éste sus propietarios eran empresarios honorables y dignos de encomio, como aparece por ahí en una carta del Presidente.

Pero casi de inmediato apareció el Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, diciendo que con esos dineros no hicieran fiesta porque eran pagos por impuesto a las ventas. Y explicó que la gente había comprado carros, neveras y otros bienes (lo cito casi textualmente) y por lo tanto
había lugar para ese impuesto. Es decir, asi lo entiendo, que lo que hubo fue operaciones comerciales de compraventa de bienes. Unos vendían, los hoy acusados de captación de dinero, y otros compraban y recibían el bien comprado. Y entonces uno se pregunta: ¿Al fin qué, hubo
actividades propias de cualquier comercializadora o captación ilegal de dinero? Si fue lo primero, se explica el cobro del impuesto a las ventas. Pero si fue lo segundo por qué tal impuesto. ¿Y si fue lo primero, desde cuando es un delito vender neveras al que quiera comprarlas y pueda?
¿Y porque se dice que estos que compraron un bien y lo recibieron a satisfacción resultaron tumbados?.

La impresión que le queda a cualquiera como yo es que las pirámides nos tienen más enredados que un bulto de anzuelos. Ni esos postes inalcanzables del intelecto que conforman el gobierno tienen idea de lo que realmente está pasando y afirman lo que se les viene a la cabeza cuando les ponen un micrófono al frente. ¿Ven que si la Torre de Babel confundió a nuestros antepasados las pirámides nos tiene ahora más confundidos que una cucaracha en un gallinero?.

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