Ya está en la cartelera española el nuevo filme del manchego Pedro Almodóvar, Los Abrazos Rotos, en que vuelve a conformar equipo con Penélope Cruz, la galardonada con el Oscar de la última premiación
Se trata de una película dentro de otra película, en que cuenta la historia de Harry Caine, un guionista de cine que se quedó ciego hace 14 años, tras un accidente en Lanzarote, donde también perdió a su amante, Lena. Tras la tragedia, deja su nombre de pila y adopta el seudónimo de Mateo Blanco.
Almodóvar ha dicho que su nuevo filme es su declaración de amor al cine. La película funciona como un artefacto complejo que rinde homenaje al montaje, y que a la vez defiende la libertad del autor frente al productor y reflexiona sobre la naturaleza de la ficción.
La decimoséptima cinta del director es una película dentro de una película, de la que, a su vez, se hace un making of. El alambicado mundo de referencias cinéfilas (unas a su propio cine y otras a directores a los que admira) siempre ha estado presente en la filmografía del director manchego, pero esta vez su peso es mayor dentro de la historia.
Si bien hay momentos en que ciertas alusiones cinematográficas aparecen como subrayados más egocéntricos que necesarios, las referencias al Antonioni de "Blow up" o la más explícita al Rossellini de "Te querré siempre" sostienen una visión del cine como territorio para el misterio y como ese lugar donde las personas permanecen inmortalizadas.
Almodóvar consigue meternos en su visión barroca del género negro, a pesar de una artificiosidad que puede ser molesta y de esa tendencia tan suya a la sobre-explicación.
Quien guste del humor almodovariano, no se asuste, tendrá su dosis, aunque luzca como pegote al final del filme. Pero "Los abrazos rotos" cuenta con hallazgos que crecen pasados los días. Por encima de todos, la secuencia en que Penélope se dobla a sí misma, mirándose frente a frente en la pantalla. Un momento que escenifica la duplicidad entre representación y realidad con la que juega el director. La otra, el beso congelado, donde Almodóvar parece hacer una reivindicación del vídeo y de la poética del píxel.
miércoles, 18 de marzo de 2009
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