miércoles, 26 de mayo de 2010

El mercado del carbono

Como vivimos en un mundo en el que todo es mercancía y las mercancías se ofrecen y compran en el mercado, llegamos al punto en que la naturaleza y sus manifestaciones diversas se ofrecen al mejor postor. El agua, las montañas, los páramos, el aire, la tierra, las plantas, los árboles han estado siempre bajo el cuidado de los pueblos indígenas y campesinos.

Nuestros abuelos y abuelas las han protegido y respetado desde hace miles de años. Gracias a ellos entendemos que la Pachamama está viva que nos otorga regalos que hay que cuidar. Pero ahora sus regalos son considerados por algunos sectores como mercancías que tienen un precio y se pueden vender. El mercado llama a las ofrendas de la naturaleza “servicios”. Alguien se apropia de ellas obteniendo derechos de uso, negociación y comercialización en el mercado nacional e internacional y quitando a los pueblos indígenas sus legítimos derechos de uso, manejo y control del territorio.

A través de leyes o decretos, el agua, la fotosíntesis de los árboles, la polinización, la fertilidad del suelo, el conocimiento ancestral sobre plantas, la belleza paisajística, la cultura, la identidad espiritualidad de los pueblos en servicio ambiental. Estas funciones de la naturaleza, convertidas en servicios ambientales, son colocarlas en el mercado nacional o internacional para que personas, empresas y estados pasen a controlar su uso y lucrar por ello. En el caso de pueblos indígenas se estaría cediendo derechos de uso y manejo del territorio a un tercero (ONG, Estado o cualquier persona) a través de contratos, proyectos o programas que ofrecen generalmente una cantidad de dinero.

La venta de servicios ambientales permite que otros decidan sobre nuestros territorios, a través de planes de manejo que limitan las actividades tradicionales: pastoreo, riego, siembras, caza, pesca, libre tránsito, utilización de árboles para cualquier fin doméstico o comercial, mantenimiento de la cultura y la identidad. Estos contratos, además de despojar a los pueblos de sus derechos, tienen castigos económicos, judiciales y penales en caso de incumplimiento de los mismos.
En ese marco, quién lo creyera, se viene hablando hace un tiempo del mercado del carbono.

El mercado de carbono

Uno de los servicios ambientales más promocionados es la compra y venta de la capacidad de los océanos, los bosques o los páramos de absorber CO2. Es lo que se conoce como mercado de carbono. El carbono es un elemento que está en todos los seres vivos y en toda la naturaleza. Cuando respiramos los animales, y los seres humanos, liberamos carbono a la atmósfera en forma de CO2. La mayoría de las plantas, durante la noche, expulsan CO2, mientras que durante el día, a través de la fotosíntesis absorbe CO2 y lo convierten en materia vegetal. Existen otros gases con efecto invernadero como el metano, el oxido nitroso y otros, pero el principal responsable del cambio climático es el CO2.

Por eso es importante conservar los océanos, los bosques y los páramos, y otros ecosistemas frágiles, porque regulan los ciclos del carbono y el clima. Así ha funcionado el ciclo del carbono durante millones de años, de manera equilibrada. Pero esto cambió desde hace más o menos 150 años con la revolución industrial y el inicio del uso del petróleo como combustible de forma intensiva. El carbono está presente en la biosfera de manera natural y es clave para la vida sobre la tierra. Pero existe también carbono atrapado en el subsuelo y que está en forma de hidrocarburos fósiles y que ha estado allí por millones de años. Cuando se extrae el gas, petróleo o carbón y se los quema, el carbono contenido en ellos se libera en forma de CO2. Esto hace que aumente la cantidad de CO2 cuyo excedente en la atmósfera no puede ser absorbido por la vegetación o los océanos, produciéndose el calentamiento global.

Para evitar la obligación de reducir estas emisiones, dejando de consumir tantos hidrocarburos fósiles, fue inventado el mercado de carbono. Estados Unidos fue el mentalizador para poder trasladar las responsabilidades del cambio climático a otros. El mercado de carbono se basa en la premisa de que los dos tipos de carbono, el que está en la biosfera como el que está en el subsuelo son lo mismo, cuando no es así. También parte de que el CO2 que sale de la quema de combustibles fósiles puede ser “compensado” en otro lugar distinto al que fue emitido. Cuando en realidad es una carga de carbono adicional.

En la práctica, quienes promueven el mercado de carbono están patrocinando la privatización de la atmósfera puesto que se crea el mercado de bonos de captación de CO2. Esto significa que quienes quieren seguir contaminando en el Norte, pueden negociar la capacidad de los océanos, los bosques o los páramos de absorber CO2; en este caso, proveniente del carbono extra que ellos extraen, queman y consumen. En los mercados de carbono se compran y venden permisos para contaminar mediante los llamados "créditos de carbono", o permisos de emisiones.


Es un nuevo mercado monopólico que concentra en pocas manos la riqueza económica que genera, que concentra en las manos de los ricos, quienes son los que más contaminan y han causado el cambio climático, las tierras, los océanos, los bosques, y los territorios de los pueblos indígenas; al mismo tiempo está distribuyendo injustamente los impactos del cambio climático, pues son los pueblos del Sur los más vulnerables a los desastres provocados por el cambio climático.

El mercado de emisiones es una forma de trasladar las responsabilidades y los impactos al Sur del mundo, creando nuevas amenazas para los pueblos, cuyos territorios serán ocupados por plantaciones forestales para supuestamente captar CO2, cuyos bosques serán entregados a empresas privadas para conservar (y vender) el carbono allí almacenado; sus tierras agrícolas serán destinadas a los cultivos para producir agrocombustibles, sus ríos serán represados para construir hidroeléctricas, las áreas protegidas serán privatizadas, sufrirán desplazamientos y expropiación. Para realizar acciones de mercado existen tres mecanismos conocidos, de los cuales los Mecanismos de Desarrollo Limpio se ejecutan en países del Sur. Entre ellos se financian por ejemplo la construcción de hidroeléctricas, plantaciones forestales y otros. Recientemente se está avanzando en otros mecanismos conocidos como proyectos REDD que son para planes de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques. Naciones Unidas, a través del PNUD tiene su propio programa REDD.

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