sábado, 14 de noviembre de 2009

EL HAMBRE Y EL DERECHO A LA NUTRICIÓN

(Por Cristóbal González)

Cifras oficiales admiten que en Colombia hay 20 millones de personas pobres y, de estos, 8 millones indigentes. Eso quiere decir que pasan hambre, parcial o crónica. No comen lo que debieran cada día y no se nutren tal como lo demanda su organismo.

En el mundo, una de cada seis personas sufre hambre y la crisis financiera disparó el problema, a medida que más gente quedó sin empleo. Pero los gobiernos poco o nada hacen para remediar la situación, que afecta sobre todo a los más pobres.

Ahora se reúne en Roma la Cumbre Mundial de la Alimentación. Allí se manejan cifras dramáticas y al final del miércoles habrá una declaración de buenas intenciones y alguna promesa específica, que nadie, o muy pocos, cumplirán, mientras el liderazgo de este mundo siga pensando que el capitalismo y su versión neoliberal globalizada tienen la solución.

Como incumplieron su promesa reciente los países del G8, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Japón, que contemplaba invertir 20 mil millones de dólares para estimular la agricultura sustentable en países pobres.

Aunque el mundo produce alimentos suficientes para todos, unos 1.000 millones de personas sufren hambre crónica este año, según estudiosos del problema. Es que la gente rica de los países ricos consume más que los pobres de los países pobres, a los que no les dejan más que las migajas o las sobras en las canecas de basura.

Mientras el drama de acentúa, miles de millones de dólares invierten los países ricos para salvar a los bancos y al sistema financiero. Como en Colombia Agro Ingreso Seguro dona graciosamente miles de millones de pesos a los más ricos, dizque porque éstos saben administrar y crean empleo, mientras los pobres despilfarran los recursos.

Loas gobiernos de los países pobres, dependientes de las políticas y necesidades de los ricos, establecen planes de agricultura intensiva, no para solucionar el problema de alimentación adecuada de sus gentes sino para exportar lo mejor hacia aquellos países. La experiencia ha demostrado que la agricultura intensiva no ha sido eficaz para contrarrestar el hambre y en cambio si afecta seriamente el medio ambiente.

Las situaciones de hambre manifiestan carencias que son, a su vez, negación de derechos humanos. Negación del derecho al trabajo, a la vida, a la salud, a la nutrición, entre otros. Gobierno que mantenga a la mayoría de su población aguantando hambre no puede ufanarse de garantizar los derechos humanos.

Pero el vicepresidente Pacho Santos acaba de sacar pecho en Bruselas, en el escenario de la Unión Europea, pregonando avances que garantizan los derechos humanos de los colombianos, gracias a las políticas de Uribe.

Da risa o rabia saber de tales afirmaciones. Porque, aparte de la persecución evidente de la que son victimas los defensores de tales derechos en Colombia, reconocida inclusive por organismos internacionales, datos no oficiales indican que el 70% de los colombianos viven en la pobreza, 12 millones en la miseria, y a cinco millones de desplazados les quitaron violentamente cerca de seis millones de hectáreas de buenas tierras, aptas para agricultura, para dedicarlas a cultivos industriales como palma africana.

El que quiera leer que lea, el que quiera entender que e

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