lunes, 28 de diciembre de 2009

Los lobbies de las industrias contaminantes impidieron la posibilidad de un Acuerdo Real en Copenhague, y ahora intentan silenciar al creciente movimiento climático, demandando judicialmente a jóvenes activistas.

Acaban de recaudar 750.000$ para financiar sus esfuerzos intimidatorios. Pero en respuesta, las oganizaciones de activistas con Avaaz a la cabza, se esán movilizando para recaudar de 20.000 en el mundo una pequeña suma de cada uno, demostrarle a lo poderos lobistas el fracaso de sus tácticas, y que el poder de los ciudadanos unidos puede desafiar a los contaminadores.

Nuestros dirigentes políticos decepcionaron al mundo entero hace unos días en Copenhague. Pero hubo un grupo que lo celebró descorchando champagne: el de los lobistas de las industrias contaminantes, quienes empujaron a nuestros políticos al descalabro de las negociaciones. Los contaminadores tienen ahora un gran motivo de preocupación: nosotros.

Recientemente, un pequeño grupo de jóvenes activistas (patrocinados por las donaciones de miembros de Avaaz) osó enfrentarse al grupo de presión más poderoso de la industria de los combustibles fósiles, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos. ¿Cómo? Colaborando con el montaje de una conferencia de prensa en tono de parodia, en la que se anunciaba que la Cámara había finalmente decidido contribuir a la lucha contra el cambio climático.

¿Cuál fue la respuesta de la Cámara? Iniciar una desproporcionada acción judicial contra estos jóvenes activistas demandando enormes sumas de dinero. Los expertos consultados afirman que una reacción como esta es extremadamente poco frecuente. Pareciera estar diseñada para enviar un escalofriante mensaje a nuestro movimiento y silenciar a todos aquellos que quieren denunciar a estos grupos de interés que mantienen como rehén a nuestro planeta.

La Cámara ha recaudado 750.000$ de corporaciones norteamericanas para emprender este ataque. Si 20.000 de nosotros donamos una pequeña suma cada uno para apoyar la defensa de estos activistas y frenar a los lobbies, lograremos recaudar más que ellos, ¡mostrándoles que su intento de intimidación ha fracasado! Demostremos a los lobbies de las industrias contaminantes que no pueden silenciarnos, mostrando de paso a los políticos que el futuro pertenece a los ciudadanos, y no a los contaminantes:

Copenhague naufragó principalmente porque los grandes países contaminantes como los EE.UU. y China querían un acuerdo débil. El Presidente Obama acudió a la cumbre fuertemente limitado por el Congreso de los EE.UU., cautivo de los intereses de los lobistas. La Cámara de Comercio es la fachada de las más grandes corporaciones de la industria de los combustibles fósiles, incluyendo a industrias del petróleo y del carbón, como Exxon Mobil. Ellos fueron uno de los mayores apoyos del Presidente George W. Bush, y llevan gastados cientos de miles de dólares en bloquear los intentos de cambio propuestos por Obama. La Cámara afirma representar al mundo empresarial norteamericano, pero lo cierto es que corporaciones muy importantes (como Apple, Nike o Microsoft) se han opuesto abiertamente a las posiciones de la Cámara respecto del cambio climático.

Mientras la gente se manifestaba en las calles de Copenhague, los lobbistas se movían en las sombra, logrando que sus voces resonasen con fuerza en los oídos de nuestros dirigentes políticos. Si queremos alcanzar el acuerdo climático que necesitamos, debemos sacar a la luz sus influyentes maniobras, resistir a sus tácticas intimidatorias y enviar una fuerte señal al mundo: el momento ha llegado, finalmente y para siempre, de enfrentarse a los villanos que mantienen como rehén a nuestro planeta.

https://secure.avaaz.org/es/people_vs_polluters

En este camino que hemos emprendido juntos como miembros de la comunidad Avaaz, hemos actuado frente a dictadores en Birmania y en Zimbabue, frente a políticos que incumplen sus promesas en Europa y Norteamérica, y frente a las fuerzas del extremismo en el Medio Oriente. Pero la Cámara es, de alguna manera, el más poderoso y peligroso oponente al que nos hemos enfrentado. Algunos nos han aconsejado que Avaaz permanezca en silencio para proteger a nuestra organización. Pero las oportunidades no llegan sin riesgo. Si el poder de la gente puede derrotar a la corporación de lobbistas más poderosa del mundo, lograremos enviar un mensaje mucho más profundo y potente: que un nuevo mundo, ese que todos nosotros buscamos, ya está en marcha.

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