
Escribe Pulgonzo
Cien muertos en Afganistán como consecuencia trágica de bombardeos indiscriminados de las fuerzas norteamericanas hace un par de días y las consecuentes demostraciones de pena y presentación de excusas al gobierno de ese país en boca de la secretaria de Estado Hillary Clinton, diciendo lo mismo de siempre, que fue un error involuntario de sus tropas, no hacen precisamente la diferencia entre el militarismo de Bush y el de Obama, del que se esperaba ingenuamente algo distinto.
Tal vez tiene razón James Petras cuando en una entrevista reciente dice que Obama "es una inteligencia superior al servicio del imperio", manifestando así la desilusión de muchos progresistas y demócratas en el mundo que esperaban algo diferente de la nueva administración estadounidense.
Concuerda ese trágico hecho en el que muchos inocentes, entre ellos mujeres, niños y ancianos afganos, pagaron la culpa de ser vecinos de los talibanes, con otros hechos que ponen de manifiesto el talante igualmente militarista de Obama: El aumento del presupuesto militar de su país cuatro puntos por encima del presupuesto último de Bush; las maniobras militares de Unitas en el Caribe para seguir demostrando el poderío militar del imperio y mantener asustado al vecindario, por no decir patio trasero; seguir acusando al gobierno de Chávez de ser aliado o cercano a grupos terroristas; continuar utilizando indiscriminadamente este calificativo para todo aquel que esté en contra de la política internacional de Estados Unidos y la combata con las armas; el mantenimiento del bloqueo a Cuba, desoyendo el clamor continental manifestado en la reciente cumbre de Trinidad y Tobago; la órden de seguir bombardeando en Afganistán y otros lugares, contando con la aceptación de gobiernos títeres pronorteamericanos.
Puede ser que en su país adelante políticas que mantengan vivas las esperanzas de muchos estadounidenses, aunque no parece parar el aumento del desempleo y en términos generales sus medidas económicas tienden a favorecer el capital financiero, olvidando la irresponsabilidad social de sus administradores. Puede ser eso, pero en política internacional si se raja Obama en estos primeros ciento y pico de días que han establecido algunos caprichosamente para un primer balance de su gobierno.
La realidad que no se puede olvidar es que Obama, con toda su simpatía innegable, es una pieza de una maquinaria superior dentro de la que tiene que funcionar y si no funciona se le puede sacar y cambiar. Alguien dijo hace unas décadas: "En Estados Unidos no se gobierna desde la Casa Blanca sino desde Wall Street". Por un momento pensamos que eso había cambiado.
!Amanecerá y veremos dijo el ciego!
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