
Escribe Pulgonzo
Sabrá Dios cuál es el origen de la expresión tan catiza "de malas pulgas", para referirse a una persona malgeniada, retrechera, huraña. Y sabrá igualmente el mismo Dios cuáles son las pulgas malas y las pulgas buenas. Los únicos que me pudieran sacar de dudas son los perros, expertos como nadie. Pero hasta el momento no conozco alguien que haya sostenido charlas de confianza con sus mascotas, hasta llegar a preguntarles cosas tan íntimas como esa de sus pulgas. Ni Konrad Lorentz, que trabajó tanto en la comunicación con animales, nos dejó testimonio alguno sobre el asunto que me ocupa.
Tan picantes consideraciones me vienen a cuento porque en Colombia dentro depoco ya no habrá ni malas ni buenas pulgas. El Estado colombiano se prepara para cometer pulguicidio. De manera indiscriminada serán arrasadas las pulgas. Y las organizaciones defensoras de animales ni siquiera saben de este secreto proyecto y a lo mejor dejan que la tragedia ocurra, sin hacer nada para prevenirla. Estas organizaciones protegen eficazmente perros y caballos, sobre todo, pero nada dicen de pulgas en sus estatutos.
Claro que no es de extrañar en un país donde la vida no vale nada. !Qué puede importar entonces una pulga más o una pulga menos!
En todo caso, en la Cámara de Representantes ya va para segundo debate un proyecto de ley que busca acabar con pulgas y similares en los servicios de transporte público y particular. El proyecto pulguicida dice claramente en su exposición de motivos que "en sus diferentes modalidades en nuestro país, han sido reservorio de toda clase de insectos y de gérmenes(...)producto de las condiciones irregulares de higiene en que se encuentran algunos". Refiriéndose a buses, busetas, taxis.
Y dice también la iniciativa parlamentaria que se trata de establecer "medidas preventivas en salud pública, mediante la desinfección y desinsectación (?)..." Desinsectar es un eufemismo para no decir asesinar. Si, asesinar a esos nobles bichos. Nobles porque nos proporcionan momentos
de alegría rascándonos, pues no me negarán que rascarse es un placer.
Podría ocurrir que, en el marco de la seguridad democrática uribista, el mismísimo presidente convocara a los miembros de su bancada a un desayuno en palacio para ordenarles, como siempre lo hace, que le den trámite de urgencia y voten de manera positiva esta ley, que debe aplicarse lo más pronto posible en una especie de "noche de San Bartolomé" (¿Recuerdan esa matanza de protestantes en Francia?). Claro, al lado y con la misma urgencia del referendo reeleccionista, la reforma política y el referendo del agua como les conviene a los fabricantes de bebidas gaseosas. Eso si, sin equivocarse y votar de pronto un proyecto para desinsectización de la administración pública y del uribismo.
Sabrá Dios cuál es el origen de la expresión tan catiza "de malas pulgas", para referirse a una persona malgeniada, retrechera, huraña. Y sabrá igualmente el mismo Dios cuáles son las pulgas malas y las pulgas buenas. Los únicos que me pudieran sacar de dudas son los perros, expertos como nadie. Pero hasta el momento no conozco alguien que haya sostenido charlas de confianza con sus mascotas, hasta llegar a preguntarles cosas tan íntimas como esa de sus pulgas. Ni Konrad Lorentz, que trabajó tanto en la comunicación con animales, nos dejó testimonio alguno sobre el asunto que me ocupa.
Tan picantes consideraciones me vienen a cuento porque en Colombia dentro depoco ya no habrá ni malas ni buenas pulgas. El Estado colombiano se prepara para cometer pulguicidio. De manera indiscriminada serán arrasadas las pulgas. Y las organizaciones defensoras de animales ni siquiera saben de este secreto proyecto y a lo mejor dejan que la tragedia ocurra, sin hacer nada para prevenirla. Estas organizaciones protegen eficazmente perros y caballos, sobre todo, pero nada dicen de pulgas en sus estatutos.
Claro que no es de extrañar en un país donde la vida no vale nada. !Qué puede importar entonces una pulga más o una pulga menos!
En todo caso, en la Cámara de Representantes ya va para segundo debate un proyecto de ley que busca acabar con pulgas y similares en los servicios de transporte público y particular. El proyecto pulguicida dice claramente en su exposición de motivos que "en sus diferentes modalidades en nuestro país, han sido reservorio de toda clase de insectos y de gérmenes(...)producto de las condiciones irregulares de higiene en que se encuentran algunos". Refiriéndose a buses, busetas, taxis.
Y dice también la iniciativa parlamentaria que se trata de establecer "medidas preventivas en salud pública, mediante la desinfección y desinsectación (?)..." Desinsectar es un eufemismo para no decir asesinar. Si, asesinar a esos nobles bichos. Nobles porque nos proporcionan momentos
de alegría rascándonos, pues no me negarán que rascarse es un placer.
Podría ocurrir que, en el marco de la seguridad democrática uribista, el mismísimo presidente convocara a los miembros de su bancada a un desayuno en palacio para ordenarles, como siempre lo hace, que le den trámite de urgencia y voten de manera positiva esta ley, que debe aplicarse lo más pronto posible en una especie de "noche de San Bartolomé" (¿Recuerdan esa matanza de protestantes en Francia?). Claro, al lado y con la misma urgencia del referendo reeleccionista, la reforma política y el referendo del agua como les conviene a los fabricantes de bebidas gaseosas. Eso si, sin equivocarse y votar de pronto un proyecto para desinsectización de la administración pública y del uribismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario