Un picotazo: !No se puede confiar en nadie!

A qué extremos hemos llegado. Ya no se puede confiar ni en los bancos !Es el colmo! Imaginénse que tres honestos atracadores llegaron el jueves por la mañana a una sucursal bancaria del norte de Barranquilla, para empezar por allí a ejercer su oficio como lo hacen todo trabajador.

Siguiendo los manuales de atraco para estos casos, llegaron de manera bien desimulada como quien entra a cobrar su pensión. De primeros como corresponde a quien madruga. Se acercaron hasta la cajera que empezaba a brindar amablemente su atención, la saludaron muy cortesmente y ella les correspondió con una sonrisa amplia y una mirada coqueta. "En qué les puedo servir" les preguntó y el que estaba directamente frente a ella le contestó: "En mucho, mamita. Entrégueme todo el dinero en billetes que tenga ahí a mano".

A la cajera se le borró de la cara su gesto amable y asustada procedió a cumplir con el pedido
del señor atracador. Le echó en una bolsa de plástico todos los billetes de distintas denominaciones que tenía en su caja rápida, a la vista del solicitante. Este y sus amigos, satisfechos, abandonaron el banco y llegaron hasta sus motos, que habían dejado eso sí bien parquedadas para no tener problemas con la policía de tránsito y en una actitud de ciudadanos ejemplares. Prendieron y arrancaron y unos metros adelante chocaron entre si las dos motocicletas del cuento, quedando dos de ellos bien golpeados y heridos por la colisión.

Pero bueno, este apenas era un percance, en nada comparable a la alegría de haber iniciado la jornada laboral con buen dinero ganado. Sin embargo, cuál no sería su sopresa cuando en un potrero cercano al que llegaron para contar el dinero en la bolsa y repartirlo, encontraron que todos los billetes eran falsos. Y ni siquiera bien falsificados como para ponerlos a circular entre incautos, que nunca faltan, sino trozos de papel burdamente impresos.

En ese momento llegó la policía y los detuvo !Pobres muchachos! !Así quién quiere trabajar!